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El cliente de hoy es mucho más complejo que el de hace unos años. Los cambios de consumo y la diversificación de un mercado que está en constante transformación han aumentado su exigencia, por eso cada vez es más difícil entender y dar solución a sus necesidades reales. Sin embargo, no es una tarea imposible, de hecho, muchas empresas han logrado hacerlo, adaptando una metodología centrada en la innovación, la cual las ha acercado al consumidor final: Design Thinking. Este fue el tema de conversación en #KmaleónExponencial. Junto a david Dávalos Alfaro, Design Thinker and Business Consultant hablamos de su definición, sus fases y más.

El Design Thinking busca sensibilizar al diseñador, para que pueda satisfacer las necesidades de las personas de forma tecnológicamente factible y comercialmente viable. Esta es aplicable a cualquier industria y fomenta una buena experiencia de consumo, mediante la observación de retos, la detección de necesidades y la resolución de problemas de forma creativa, rediseñando y desarrollando procesos innovadores, que deben pasar por cinco fases:

1. Tener empatía: es el proceso de aprendizaje de la audiencia, pues se trata de ponerse en los zapatos de los usuarios, para comprender su comportamiento, entender sus necesidades y saber cuál es el problema que está tratando de resolver.

2. Definir: luego de investigar, se analiza y se sintetiza toda la información recopilada, para identificar los problemas del público objetivo y así construir un punto de vista basado en la necesidad del cliente.
3. Idear: se trata de generar cuantas ideas sea posible, para hallar la alternativa que mejor se adapte al problema planteado.

4. Prototipar: basándose en la definición y las ideas, se empiezan a construir soluciones. Son versiones económicas y primitivas de lo que sería el producto final.
5. Probar: se evalúan el funcionamiento y los resultados obtenidos, para revisar cuál es el paso a seguir. A menudo, los equipos optan por volver a las etapas anteriores para realizar arreglos y modificaciones.

En Latinoamérica, su implementación es necesaria, pues la lógica de copiar modelos de negocio que son exitosos en otros países ha hecho que algunas compañías caigan en el error de no ofrecer valores añadidos, olvidándose por completo del cliente. Entonces agotamos lo de afuera, sin explotar las propias ideas de negocio, y llevamos a la empresa al abismo del fracaso, pero ¿cómo evitar esto? El primer paso es cambiar esa mentalidad que se centra en copiar y adaptar ideas ajenas, porque el éxito de cualquier idea es la innovación. ¿Y cómo podremos llegar a ella? Existen tres elementos claves que deben estar presentes para que funcione a la perfección:

1. Los clientes: ellos deben estar en el centro de todo el proceso, puesto que, todo proyecto innovador surge a partir de una necesidad, de ahí la importancia de entender qué problemas tiene nuestra audiencia.

2. La tecnología: es una técnica que está en el mercado y a la que se puede acceder, para hacer realidad la idea que tenemos en mente. Además, las herramientas tecnológicas son fuentes para agilizar las actividades.

3. El modelo de negocio: se trata de establecer un modelo comercial viable que esté enfocado en las necesidades de los consumidores, para que el producto o servicio se venda.

Da clic aquí para escuchar la entrevista completa a David Dávalos Alfaro. ¡Nos vemos en un próximo episodio!

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