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Por Radamés Larrazabal

Hace unos 9 años, una persona o un grupo de personas bajo el seudónimo de “Satoshi Nakamoto” lanzaron la base de un algoritmo y protocolo Bitcoin publicando un artículo en la lista de correo de criptografía metzdowd.com que describía un sistema P2P de dinero digital usando el concepto de cadena de bloques o, en inglés, Blockchain y nació una revolución.

Pero qué es Blockchain: No es otra cosa que una base de datos que se halla distribuida entre diferentes participantes, protegida criptográficamente y organizada en bloques de transacciones relacionados entre sí matemáticamente. Expresado de forma más breve, es una base de datos descentralizada que no puede ser alterada. 

“Se trata de un sistema que permite que partes que no confían plenamente unas en otras, puedan mantener un consenso sobre la existencia, el estado y la evolución de una serie de factores compartidos.”

Tomado del libro “Blockchain: La revolución industrial de internet.” 

En otras palabras, es una herramienta que quita la intermediación y los costos que esto conlleva a cambio de procesamiento de esa información. Los campos de aplicación son muchos, el más conocido son las criptomonedas, aplicaciones de voto electrónico, sistemas de control de energías, contratos en aseguradoras, contratos legales, sistemas de telecomunicaciones.

Hablando de la aplicación más importante, las criptomonedas, vemos que su uso se masifica cada vez más, por ejemplo, hoy ya existen bancos en Suiza que aceptan bitcoin. Esta se erige como una alternativa y ya está generando toda una jerga propia, se habla de criptomonedas e incluso del criptonegocio. Por todo el mundo, un total de 190 países se han adherido a este modelo de “transacción desintermediada”.

Bitcoin, protagonista del cambio financiero

El bitcoin es un buen ejemplo de descentralización y democratización en el auge de la 4ta revolución industrial en el que la propia sociedad gestiona su cambio. El surgimiento de la criptomoneda se da entre usuarios de internet en un contexto de cambios vertiginosos en el ámbito tecnológico, y por una inquietud eminentemente social, y su fundamento es la confianza. Estamos frente a un importantísimo cambio evolutivo del sistema financiero mundial.

Pero el bitcoin, hoy en día, no es más que una de los más de 200 tipos de criptomoneda en uso por todo el mundo entre bloques delimitados de usuarios; son bien conocidos como altcoins, algunos de ellos: monero, ethereum , ucoin, onecoin, ripple , litecoin, entre otros .

Técnicamente hablando, se trata de transacciones en línea con base en una moneda virtual sin controles oficiales, lo cual sin duda resulta problemático para algunos expertos del mercado, pues al dejar al margen la intermediación todo se simplifica y se optimiza.

¿Confianza pero con riesgo?

Todas las monedas corrientes hoy día tienen riesgo, el dólar y el euro también las tienen como todas las cosas. Al final del día, el riesgo está en la conceptualización del valor. Es la creencia en un esquema de intercambio de valor lo que genera confianza y la cantidad de usuarios. A mayor cantidad de personas intercambiando una criptomoneda, mayor es el valor de ésta.

Ahora, ¿qué ocurre si todos nos convertimos en garantes de la información de todos y no necesitamos ningún intermediario que avale nuestro dinero o nuestros documentos legales?

Mientras más personas utilizan esta “plataforma” más computadores son necesarios y más capacidad de cómputo se requiere para tener la base de datos distribuida en todos los usuarios. Este ejercicio se llama minería, haciendo un símil con la extracción de oro de antaño que era lo que respaldaba la emisión de dinero en los bancos o gobiernos.

La moneda como la conocemos hoy, en billetes, fundamentó su valor en el respaldo en oro, y el oro lo sacaban los mineros del suelo con el precio de sus propias vidas. Hasta hace poco las reservas de dinero de los países tenían su base en la cantidad de oro que poseían; hasta que el año 1971, el gobierno de Estados Unidos cambió el oro por la confianza de su economía, o bien, el que todos reconozcan el valor de algo. Lo mismo ocurre con el Blockchain.

Si todos manejamos la información de todos sería factible un nuevo sistema económico, pero técnica y físicamente es imposible que un dispositivo electrónico soporte tanto volumen de datos. De allí que el Blockchain (o cadenas de bloques) lo que hace es correlacionar información y formar bloques que quedan inalterables y se comienza a generar un nuevo bloque de transacciones.

Esta seguridad la brinda el hecho de que está elaborado sobre elementos criptográficos tan fuertes que para poder hackearlo, tendría que poderse hackear a todos los usuarios de ese sistema, y esto es imposible. Este aspecto es el principal elemento generador de confianza.

El peso o legitimidad de este sistema para adquirir bienes y servicios o para el mercado financiero internacional lo comprueba el hecho de que varios bancos y grupos financieros están generando su propio blockchain. También la nueva generación de la bolsa de valores viene en blockchain. Pero aún así no se trata solo de un tema de moneda, las transaccionalidad de acciones se está dando actualmente en un elemento de blockchain llamado smartcontract que no es más que intercambiar y digitalizar un acuerdo entre dos partes a través de este mismo algoritmo criptográfico.

El internet del valor

Cualquier país o persona natural puede sumarse al Bitcoin, o cualquier altcoin, y de hecho es más acertado hablar de la penetración de la criptomoneda como tal. Sin embargo, en este ámbito hablar de regulación o de controladores oficiales es en realidad un poco tardío pues, la 4ta revolución industrial va mucho más rápido que la regulación.

Por increíble que parezca, este nuevo sistema de intercambio ya está siendo utilizado por millones de usuarios que transfieren dinero y compran o venden a diario. Acá en el Ecuador, por ejemplo, el onecoin está tomando mucha fuerza.

Lo que estamos viendo es una metamorfosis de internet, es el internet del valor, del intercambio de bienes, de valores de activos, y todo esto basado en el valor fundamental llamado confianza.

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